ALTO AL GENOCIDIO EN GAZA |
Algunas pequeñas muestras de las atrocidades de Israel (ayudado por su perra, el imperialismo yanqui):
Oriente Medio / Palestina
‘EEUU es cómplice de Israel en sus atrocidades contra palestinos’
HISPANTV.
LA insta al fin de las atrocidades de Israel contra los palestinos
El secretario general de la Liga Árabe (LA), Nabil al-Arabi, exigió el martes a los líderes del régimen de Israel poner fin a las atrocidades contra los presos palestinos, tachándolas de violaciones de todos los principios de los derechos humanos y los convenios internacionales.
PALESTINA LIBRE.
La atrocidad: exterminio de niños en Gaza e Israel
EL TELÉGRAFO.
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Ahora voy a aprovechar el post, para refutar la subnormalidad e ignorancia supina de Moriel, que dice que "hasta los nazis reconocieron a Israel". Eso es FALSO.
Lo único que hicieron los nacionalsocialistas (que no "nazis", porque eso es un invento judío) fue ayudar a los sionistas a que se FUERAN DE EUROPA y se fueran a Palestina; todo con tal de que se dejaran de JODER en Europa. Veamos qué dijo Moriel:
Ahora la respuesta a eso, que él piensa que con dos cartelitos puede probar algo...En fin. Bien de idiota.
La segunda imagen es fácil de explicar: el diario francés Larrouse, es un diccionario ateo y masón; por lo tanto no es de extrañar que se pusieran a favor de los judíos. Eso no tiene nada que ver con los alemaes.
Y la primera imagen dice, traducida al español: "el camino a Palestina no es por aquí". Eso, fue en el marco del Acuerdo Haavara:
Acuerdo Haavara
El Acuerdo Ha'avara (en hebreo: הסכם העברה: Haavara heskem, Traducido: "acuerdo de transferencia") fue un acuerdo entre el gobierno nacionalsocialista de Alemania y organizaciones sionistas, firmado el 25 de agosto 1933 con el fin de facilitar la emigración de los judíos de Alemania hacia Palestina, ya que ambas partes tenían el deseo de hacer emigrar a la población judía de Europa.
Fue firmado después de tres meses de conversaciones entre la Federación Sionista de Alemania
(die Zionistische Vereinigung für Deutschland), el Banco
Anglo-Palestino (bajo las órdenes de la Agencia Judía, un organismo
oficial ejecutivo en la entonces Palestina) y las autoridades económicas
del régimen nacionalsocialista de Alemania.
Si bien permitió emigrar judios, también los obligó a renunciar a la mayor parte de sus posesiones antes de partir. Los activos más adelante se podrían obtener mediante la transferencia de ellos a Palestina como mercancías de exportación alemana. Aproximadamente 60.000 judíos emigraron a Palestina en virtud del presente acuerdo, llevando con ellos $100 millones (casi $1,7 mil millones dólares en 2009 ). El principal impulsor del Acuerdo Ha'avara fue Haim Arlosoroff.
A través de este extraño acuerdo, cada judío comprometido para viajar a Palestina depositaba dinero en una cuenta especial en Alemania. El dinero era usado para comprar herramientas agrícolas, materiales de construcción, bombas de agua, fertilizantes, etc., de fabricación alemana, las cuales fueron exportadas a Palestina y vendidas allí por la compañía Ha’avara en Tel-Aviv, la cual era propiedad de los judíos. El dinero de las ventas se le entregaba al emigrante judío a su llegada a Palestina en la misma cantidad correspondiente a su dinero depositado en Alemania. Los bienes alemanes entraron a raudales en Palestina a través del Ha’avara que fue complementado un corto tiempo después con un acuerdo de trueque por el cual se intercambiaron naranjas de Palestina por madera alemana, automóviles, maquinaria agrícola y otros bienes. El Acuerdo entonces, sirvió al objetivo sionista de traer colonos judíos y capital de desarrollo a Palestina, mientras simultáneamente, servía a la meta alemana de librar el país de un grupo extranjero no deseado.
Delegados al Congreso Sionista de Praga en 1933 debatieron vigorosamente los méritos del Acuerdo. Algunos temieron que el pacto minara el boicot económico judío internacional contra Alemania. Pero los funcionarios sionistas tranquilizaron al Congreso. Sam Cohen, una figura importante detrás del acuerdo de Ha’avara, enfatizó que el Acuerdo no era económicamente ventajoso para Alemania. Arthur Ruppin, un especialista en emigración de la Organización Sionista que había ayudado a negociar el pacto, apuntó a que "el Acuerdo de Traslado de ninguna forma interfería con el movimiento del boicot, ya que ningún dinero fresco fluiría hacia Alemania como resultado del acuerdo..."[2] El Congreso Sionista que se llevó a cabo en Suiza en 1935, aprobó el pacto abrumadoramente. En 1936, la Agencia judía (gobierno sionista en la sombra en Palestina) tomó el control directo del Ha'avara, el cual funcionó en efecto, hasta que la Segunda Guerra Mundial forzó su abandono.
Algunos funcionarios alemanes se opusieron al acuerdo. El Cónsul General de Alemania en Jerusalén, Hans Döhle, por ejemplo, criticó en gran forma y en varias ocasiones el Acuerdo durante 1937. Él señaló que a Alemania le cuesta el comercio exterior que los productos exportados a Palestina a través del acuerdo traerían si se vendían en otra parte. El monopolio de ha’avara en la venta de los bienes alemanes a Palestina a través de una agencia judía encolerizó naturalmente a los hombres de negocios tanto alemanes como árabes. El apoyo oficial alemán al sionismo podría llevar a una pérdida de mercados alemanes a lo largo del mundo árabe. El gobierno británico también notó el acuerdo.[3] Un boletín interno de la Oficina Exterior alemana de junio de 1937 se refirió a los "sacrificios del intercambio exterior" que resultaban del Ha’avara.[4]
Un memorándum interno de diciembre 1937 emitido por el Ministerio del Interior alemán revisó el impacto del Acuerdo de Traslado: "No hay ninguna duda que el arreglo de Ha’vara ha contribuido muy significativamente al rápido desarrollo de Palestina desde 1933. El Acuerdo no sólo proporcionó grandes sumas de dinero (¡desde Alemania!), sino también el grupo más inteligente de inmigrantes y finalmente llevó al país, las máquinas y los productos industriales esenciales para el desarrollo." La ventaja principal del pacto, informó el memorándum, era la emigración de grandes números de judíos a Palestina, el país-objetivo más deseable hasta donde Alemania estaba interesada. Pero el papel también hizo notar las importantes desventajas señaladas por el Cónsul Döhle y otros funcionarios. El Ministerio del Interior, siguió, había concluido que las desventajas del acuerdo pesaban ahora, más que las ventajas y que, por consiguiente, debe terminarse.[5]
Sólo un hombre podría resolver la controversia. Hitler analizó la política personalmente en julio y septiembre de 1937 y nuevamente en enero de 1938 y cada vez decidió mantener el acuerdo del Ha’avara. La meta de sacar a los judíos de Alemania, concluyó él, justificaba las desventajas.[6]
El Ministerio de Economía del Reich ayudó a organizar otra compañía de traslado, la Agencia de Comercio Internacional e Inversión, o INTRIA (International Trade and Investment Agency) a través de la cual, los judíos en países extranjeros podrían ayudar a los judíos alemanes a emigrar a Palestina. Se canalizaron eventualmente casi $900,000 a través del Intria a los judíos alemanes en Palestina.[7] Otros países europeos, deseosos de alentar la emigración judía, concluyeron acuerdos con los sionistas modelados en el Ha'avara. En 1937 Polonia autorizó la Compañía de Transferencia Halifin (palabra hebrea para "intercambio"). A finales del verano de 1939, Checoslovaquia, Rumania, Hungría e Italia habían firmado acuerdos similares. La erupción de guerra en septiembre de 1939, sin embargo, previno la aplicación en gran escala de estos acuerdos.[8]
La cantidad total transferida desde Alemania a Palestina a través del Ha'avara entre agosto de 1933 y a fines de 1939 fue de 8.1 millones de libras o 139.57 millones de marcos alemanes (entonces equivalente a más de $40 millones de dólares). Esta cantidad incluyó 33.9 millones de marcos alemanas ($13.8 millón de dólares) entregados por el Reichsbank en conexión con el acuerdo.[10]
El historiador Black, ha estimado que un adicional $70 millones de dólares pueden haber fluido a Palestina a través del corolario de acuerdos comerciales alemanes y las transacciones bancarias internacionales especiales. Los fondos alemanes tuvieron un gran impacto en un país tan subdesarrollado como Palestina lo estaba en los años treinta, señaló él. Varias de las mayores empresas industriales fueron construidas con capitales de Alemania, incluyendo la empresa de aguas Mekoroth y la empresa textil Lodzia. "La afluencia de los bienes y capital de Ha'avara, concluye Black, produjo una explosión económica en la judía Palestina" y fue "un factor indispensable en la creación del Estado de Israel".[11]
El acuerdo de Ha'avara contribuyó grandemente al desarrollo judío en Palestina y así, indirectamente, a la fundación del estado israelita. Una circular del boletín de enero de 1939 de la Oficina del Exterior alemana informó, con algún presentimiento que "el traslado de la propiedad judía fuera de Alemania (a través del acuerdo de Ha'avara) contribuyó en no poca magnitud a la construcción de un estado judío en Palestina".[12]
Ex funcionarios de la compañía Ha'avara en Palestina confirmaron esta visión en un estudio detallado del Acuerdo de Traslado publicado en 1972: "La actividad económica fue posible por la entrada de capitales alemanes y las transferencias de Ha'avara a los sectores privados y públicos fueron importantísimos para el desarrollo del país. Muchas nuevas industrias y empresas comerciales fueron establecidas en la Palestina judía y numerosas compañías que son enormemente importantes incluso hoy en la economía del Estado de Israel deben su existencia al Ha'avara".[13]
El Dr. Ludwig Pinner, funcionario de la Compañía Ha'avara en Tel Aviv durante los años treinta, después comentó que la excepcional competencia de los inmigrantes de Ha'avara contribuyeron" "decididamente al desarrollo económico, social, cultural y educativo de la comunidad judía de Palestina.[14]
El Acuerdo del Traslado fue el ejemplo más de largo alcance de la cooperación entre la Alemania de Hitler y el sionismo internacional. A través de este pacto, el Tercer Reich de Hitler hizo más que cualquier otro gobierno durante los años treinta para apoyar el desarrollo judío en Palestina.
Si bien permitió emigrar judios, también los obligó a renunciar a la mayor parte de sus posesiones antes de partir. Los activos más adelante se podrían obtener mediante la transferencia de ellos a Palestina como mercancías de exportación alemana. Aproximadamente 60.000 judíos emigraron a Palestina en virtud del presente acuerdo, llevando con ellos $100 millones (casi $1,7 mil millones dólares en 2009 ). El principal impulsor del Acuerdo Ha'avara fue Haim Arlosoroff.
Contenido[ocultar] |
Antecedentes
Hanotea (en hebreo: הנוטע), era una empresa sionista de plantación de cítricos que en mayo de 1933 solicitó por la capacidad de transferencia de capital de Alemania a Palestina. Hanotea ayudó en la inmigración de los judíos de Alemania a Palestina como parte del movimiento sionista. En un trato hecho con el gobierno alemán, Hanotea tomaría dinero de los inmigrantes potenciales para comprar productos alemanes. Estos productos, junto con los inmigrantes, serían enviados a Palestina. En Palestina, los comerciantes comprarían los productos a los inmigrantes, liquidando así su inversión. Este trato funcionaba exitosamente, por lo que allanó el camino para el posterior Acuerdo Haavara. Vinculado a Hanotea estaba un judío sionista de Polonia llamado Sam Cohen quien representó los intereses sionistas en la negociación directa con los alemanes a partir marzo 1933.El Acuerdo de Transferencia
El Acuerdo Haavara fue la pieza central de la cooperación alemana-sionista durante la era de Hitler, un pacto que permitió a decenas de miles de judíos alemanes emigrar a Palestina con su riqueza. El Acuerdo Ha'avara se llevó a cabo en agosto 1933, como consecuencia de las conversaciones entre los funcionarios alemanes y Haim Arlosoroff, Secretario Político de la Agencia judía, el centro Palestino de la Organización Sionista Mundial.[1]A través de este extraño acuerdo, cada judío comprometido para viajar a Palestina depositaba dinero en una cuenta especial en Alemania. El dinero era usado para comprar herramientas agrícolas, materiales de construcción, bombas de agua, fertilizantes, etc., de fabricación alemana, las cuales fueron exportadas a Palestina y vendidas allí por la compañía Ha’avara en Tel-Aviv, la cual era propiedad de los judíos. El dinero de las ventas se le entregaba al emigrante judío a su llegada a Palestina en la misma cantidad correspondiente a su dinero depositado en Alemania. Los bienes alemanes entraron a raudales en Palestina a través del Ha’avara que fue complementado un corto tiempo después con un acuerdo de trueque por el cual se intercambiaron naranjas de Palestina por madera alemana, automóviles, maquinaria agrícola y otros bienes. El Acuerdo entonces, sirvió al objetivo sionista de traer colonos judíos y capital de desarrollo a Palestina, mientras simultáneamente, servía a la meta alemana de librar el país de un grupo extranjero no deseado.
Delegados al Congreso Sionista de Praga en 1933 debatieron vigorosamente los méritos del Acuerdo. Algunos temieron que el pacto minara el boicot económico judío internacional contra Alemania. Pero los funcionarios sionistas tranquilizaron al Congreso. Sam Cohen, una figura importante detrás del acuerdo de Ha’avara, enfatizó que el Acuerdo no era económicamente ventajoso para Alemania. Arthur Ruppin, un especialista en emigración de la Organización Sionista que había ayudado a negociar el pacto, apuntó a que "el Acuerdo de Traslado de ninguna forma interfería con el movimiento del boicot, ya que ningún dinero fresco fluiría hacia Alemania como resultado del acuerdo..."[2] El Congreso Sionista que se llevó a cabo en Suiza en 1935, aprobó el pacto abrumadoramente. En 1936, la Agencia judía (gobierno sionista en la sombra en Palestina) tomó el control directo del Ha'avara, el cual funcionó en efecto, hasta que la Segunda Guerra Mundial forzó su abandono.
Algunos funcionarios alemanes se opusieron al acuerdo. El Cónsul General de Alemania en Jerusalén, Hans Döhle, por ejemplo, criticó en gran forma y en varias ocasiones el Acuerdo durante 1937. Él señaló que a Alemania le cuesta el comercio exterior que los productos exportados a Palestina a través del acuerdo traerían si se vendían en otra parte. El monopolio de ha’avara en la venta de los bienes alemanes a Palestina a través de una agencia judía encolerizó naturalmente a los hombres de negocios tanto alemanes como árabes. El apoyo oficial alemán al sionismo podría llevar a una pérdida de mercados alemanes a lo largo del mundo árabe. El gobierno británico también notó el acuerdo.[3] Un boletín interno de la Oficina Exterior alemana de junio de 1937 se refirió a los "sacrificios del intercambio exterior" que resultaban del Ha’avara.[4]
Un memorándum interno de diciembre 1937 emitido por el Ministerio del Interior alemán revisó el impacto del Acuerdo de Traslado: "No hay ninguna duda que el arreglo de Ha’vara ha contribuido muy significativamente al rápido desarrollo de Palestina desde 1933. El Acuerdo no sólo proporcionó grandes sumas de dinero (¡desde Alemania!), sino también el grupo más inteligente de inmigrantes y finalmente llevó al país, las máquinas y los productos industriales esenciales para el desarrollo." La ventaja principal del pacto, informó el memorándum, era la emigración de grandes números de judíos a Palestina, el país-objetivo más deseable hasta donde Alemania estaba interesada. Pero el papel también hizo notar las importantes desventajas señaladas por el Cónsul Döhle y otros funcionarios. El Ministerio del Interior, siguió, había concluido que las desventajas del acuerdo pesaban ahora, más que las ventajas y que, por consiguiente, debe terminarse.[5]
Sólo un hombre podría resolver la controversia. Hitler analizó la política personalmente en julio y septiembre de 1937 y nuevamente en enero de 1938 y cada vez decidió mantener el acuerdo del Ha’avara. La meta de sacar a los judíos de Alemania, concluyó él, justificaba las desventajas.[6]
El Ministerio de Economía del Reich ayudó a organizar otra compañía de traslado, la Agencia de Comercio Internacional e Inversión, o INTRIA (International Trade and Investment Agency) a través de la cual, los judíos en países extranjeros podrían ayudar a los judíos alemanes a emigrar a Palestina. Se canalizaron eventualmente casi $900,000 a través del Intria a los judíos alemanes en Palestina.[7] Otros países europeos, deseosos de alentar la emigración judía, concluyeron acuerdos con los sionistas modelados en el Ha'avara. En 1937 Polonia autorizó la Compañía de Transferencia Halifin (palabra hebrea para "intercambio"). A finales del verano de 1939, Checoslovaquia, Rumania, Hungría e Italia habían firmado acuerdos similares. La erupción de guerra en septiembre de 1939, sin embargo, previno la aplicación en gran escala de estos acuerdos.[8]
Los logros de Ha’avara
Entre 1933 y 1941, unos 60.000 judíos alemanes emigraron a Palestina a través del Acuerdo Ha'avara y otros acuerdos alemanes-judíos, o aproximadamente el diez por ciento de la población judía de Alemania en 1933. (Estos judíos alemanes constituyeron aproximadamente el 15 por ciento de la población judía de Palestina en 1939.) Algunos emigrantes de Ha'avara transfirieron su considerable riqueza personal de Alemania a Palestina. Como historiador Judío, Edwin Black ha hecho notar: "Muchas de estas personas, sobre todo a fines de los años 30, fueron permitidos de transferir réplicas reales de sus casas y fábricas -- de hecho, escabrosas réplicas de su misma existencia".[9]La cantidad total transferida desde Alemania a Palestina a través del Ha'avara entre agosto de 1933 y a fines de 1939 fue de 8.1 millones de libras o 139.57 millones de marcos alemanes (entonces equivalente a más de $40 millones de dólares). Esta cantidad incluyó 33.9 millones de marcos alemanas ($13.8 millón de dólares) entregados por el Reichsbank en conexión con el acuerdo.[10]
El historiador Black, ha estimado que un adicional $70 millones de dólares pueden haber fluido a Palestina a través del corolario de acuerdos comerciales alemanes y las transacciones bancarias internacionales especiales. Los fondos alemanes tuvieron un gran impacto en un país tan subdesarrollado como Palestina lo estaba en los años treinta, señaló él. Varias de las mayores empresas industriales fueron construidas con capitales de Alemania, incluyendo la empresa de aguas Mekoroth y la empresa textil Lodzia. "La afluencia de los bienes y capital de Ha'avara, concluye Black, produjo una explosión económica en la judía Palestina" y fue "un factor indispensable en la creación del Estado de Israel".[11]
El acuerdo de Ha'avara contribuyó grandemente al desarrollo judío en Palestina y así, indirectamente, a la fundación del estado israelita. Una circular del boletín de enero de 1939 de la Oficina del Exterior alemana informó, con algún presentimiento que "el traslado de la propiedad judía fuera de Alemania (a través del acuerdo de Ha'avara) contribuyó en no poca magnitud a la construcción de un estado judío en Palestina".[12]
Ex funcionarios de la compañía Ha'avara en Palestina confirmaron esta visión en un estudio detallado del Acuerdo de Traslado publicado en 1972: "La actividad económica fue posible por la entrada de capitales alemanes y las transferencias de Ha'avara a los sectores privados y públicos fueron importantísimos para el desarrollo del país. Muchas nuevas industrias y empresas comerciales fueron establecidas en la Palestina judía y numerosas compañías que son enormemente importantes incluso hoy en la economía del Estado de Israel deben su existencia al Ha'avara".[13]
El Dr. Ludwig Pinner, funcionario de la Compañía Ha'avara en Tel Aviv durante los años treinta, después comentó que la excepcional competencia de los inmigrantes de Ha'avara contribuyeron" "decididamente al desarrollo económico, social, cultural y educativo de la comunidad judía de Palestina.[14]
El Acuerdo del Traslado fue el ejemplo más de largo alcance de la cooperación entre la Alemania de Hitler y el sionismo internacional. A través de este pacto, el Tercer Reich de Hitler hizo más que cualquier otro gobierno durante los años treinta para apoyar el desarrollo judío en Palestina.
Referencias
- ↑ On the Agreement in general, see: Werner Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (Tübingen: Mohr/Siebeck, 1972).; David Yisraeli, "The Third Reich and the Transfer Agreement," Journal of Contemporary History (London), No. 2, 1971, pp. 129-148.; "Haavara," Encyclopaedia Judaica (1971), vol. 7, pp. 1012-1013.; F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (Austin: 1985), pp. 44-49.; Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews (New York: Holmes and Meier, 1985), pp. 140-141.; The Transfer Agreement, by Edwin Black, is detailed and useful. However, it contains numerous inaccuracies and wildly erroneous conclusions. See, for example, the review by Richard S. Levy in Commentary, Sept. 1984, pp. 68-71.
- ↑ E. Black, The Transfer Agreement (1984), pp. 328, 337.
- ↑ On opposition to the Haavara in official German circles, see: W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (1972), pp. 31-33.; D. Yisraeli, "The Third Reich," Journal of Contemporary History, 1971, pp. 136-139.; F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question, pp. 126-139.; I. Weckert, Feuerzeichen (1981), pp. 226-227.; Rolf Vogel, Ein Stempel hat gefehlt (Munich: Droemer Knaur, 1977), pp. 110 ff.
- ↑ W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer (1972), p. 31. Entire text in: David Yisraeli, The Palestine Problem in German Politics 1889-1945 (Israel: 1974), pp. 298-300.
- ↑ Interior Ministry internal memo (signed by State Secretary W. Stuckart), Dec. 17, 1937, in: Helmut Eschwege, ed., Kennzeichen J (Berlin: 1966), pp. 132-136.
- ↑ W. Feilchenfeld, et al, Haavara-Transfer (1972), p. 32.
- ↑ E. Black, Transfer Agreement, pp. 376-377.
- ↑ E. Black, Transfer Agreement (1984), pp. 376, 378.; F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 238-239 (n. 91).
- ↑ E. Black, Transfer Agreement, p. 379.; F. Nicosia, Third Reich, pp. 212, 255 (n. 66).
- ↑ W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer, p. 75.; "Haavara", Encyclopaedia Judaica, (1971), Vol. 7, p. 1013.
- ↑ E. Black, Transfer Agreement, pp. 379, 373, 382.
- ↑ Circular of January 25, 1939. Nuremberg document 3358-PS. International Military Tribunal, Trial of the Major War Criminals Before the International Military Tribunal (Nuremberg: 1947-1949), Vol. 32, pp. 242-243.
- ↑ Werner Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (Tübingen: Mohr/Siebeck, 1972). Quoted in: Ingrid Weckert, Feuerzeichen (Tübingen: Grabert, 1981), pp. 222-223.
- ↑ W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (1972). Quoted in: I. Weckert, Feuerzeichen (1981), p. 224.
Artículos relacionados
Fuente: Metapedia.
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Pero ese plan era sólo una parte secundaria, de la verdadera Solución Final:
Solución Final
La Solución Final, también conocida como Solución Final al problema judío o Solución Final de la cuestión judía (Endlösung der Judenfrage, en alemán), es el nombre que recibió el plan del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial para llevar a cabo el desplazamiento y reubicación de la población judía hacia el este de Europa para establecer un hogar nacional judío, tal como fue acordado en la Conferencia de Wannsee el 20 de enero de 1942.
Según la versión oficial de posguerra, refutada por el revisionismo, era el supuesto plan de la Alemania de Hitler para llevar a cabo un genocidio sistemático de la población judía en Europa. Su puesta en práctica, conocida posteriormente como Holocausto o Shoah, habría supuesto la deportación sistemática y posterior exterminio de toda persona clasificada como étnicamente judía. Sin embargo los documentos en si mismos no hablan de ningún exterminio sino de migraciones forzadas y deportaciones. Es por ello que los historiadores oficiales suponen, sin aportar pruebas de ello, que cuando los nazis hablan de migraciones, se refieren eufemísticamente a exterminios y que todo esto era parte de un plan secreto. Así pues, la versión oficial se basa en una teoría de la conspiración, sin ningún documento oficial o material historiográfico fiable que la avale hasta día de hoy.
El término Solución Final fue adoptado por Adolf Eichmann, un funcionario alemán que había dirigido la planificación de un proyecto precedente del mismo carácter conocido como Plan Madagascar. Posteriormente supervisó en primera instancia la campaña de la Solución Final, a la que se denominaba, correctamente, como de reinstalación.
Luego del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, parecía poder concretarse el llamado Plan Madagascar[4], que preveía la creación de un Estado judío en la isla de Madagascar que era territorio en dominio de Francia y poco poblado en esos momentos. Pero Pétain no quiso ceder la isla y los británicos controlaban las rutas marítimas. Viendo la inviabilidad de este plan, se optó por el asentamiento de dicho Estado judío en el Este de Europa.
En 1941 comenzaron las deportaciones en masa de judíos hacia el Este. Miles de judíos fueron llevados a campos de trabajo o enviados a la URSS (para ello se instalaron campos en Polonia para permanencia temporaria). Las razones para llevar a cabo esta política fueron las siguientes:
El historiador judío León Poliakov, lo reconoció desde 1951:
Postular una conspiración global de esta índole, sin evidencias que la respalden, es prácticamente insostenible dentro del análisis histórico, de acuerdo al principio de parsimonia o navaja de Ockham, misma que establece que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla es probablemente la correcta, o en otras palabras, que no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias.
Es por ello que, al estilo de la falacia del hombre de paja, los exterministas presentan esta tesis como parte de las afirmaciones revisionistas, lo cual es falso. Por eso creen que les resulta tan fácil "refutar" al revisionismo utilizando la navaja de Ockham, cuando no es aplicable porque están distorsionando la tesis.
La verdadera tesis revisionista afirma que la propaganda de guerra de las potencias aliadas terminó por integrar algunas afirmaciones difundidas entre la comunidad judía, en forma de rumores y denuncias escandalosas surgidas antes de terminada la guerra, y cuyo conjunto fue posteriormente aprovechado por sionistas en beneficio de sus propósitos.
De hecho, no hay muchos revisionistas que apoyen la existencia de una conspiración, y otros, como Robert Faurisson, simplemente la niegan:
En cambio, lo que supuestamente realizaron los nazis según la versión oficial de la Solución Final, es decir, el asesinato de millones de personas, sí que habría requerido una gran coordinación: dar órdenes, asignar un presupuesto, diseñar cámaras de gas y otros mecanismos de exterminio, asignar personal para construirlos y operarlos: ingenieros, técnicos, especialistas, etc. y además de esto, tener después la laboriosa tarea de ocultarlo todo mediante palabras en clave y con la presunta política de destruir documentos y pruebas físicas. En ese escenario, la conspiración es imprescidible. En este punto, el autor de La destrucción de los judíos europeos, el judío Raul Hilberg, enfrentó muchos problemas para explicar la organización y la intención de la Solución Final, y pronto acabó proponiendo teorías bizarras y extravagantes. De hecho, Hilberg acabó retractándose de sus extrañas teorías[12].
En 1961, Raul Hilberg llegó a escribir que Hitler dio dos órdenes de exterminio. Sin embargo, al declarar bajo juramento, como testigo experto de la acusación en el caso de Zündel en Canadá, no fue capaz de indicar dónde se encuentran esas órdenes. Según el profesor Faurisson, fue por ello que en la siguiente edición de su libro, Hilberg optó por quitar toda referencia a las supuestas órdenes. Como tampoco parece gustarle demasiado la teoría conspiratoria del tribunal de Núremberg, ahora para Hilberg, el exterminio de los judíos se llevó adelante sin orden de Hitler o de ningún otro, sino gracias a la aventura de incontables emprendedores dentro de la "burocrática maquinaria" nazi, los cuales, más que conspirar, tomaron parte de ello en virtud de un "mecanismo" (no definido y casi mágico), sin un "plan básico" .[13] Estos burócratas habrían creado "una atmósfera en la que el lenguaje escrito formal fue gradualmente abandonado como modus operandi"[14], siendo sustituído por un "básico entendimiento de funcionarios, resultando en decisiones que no requerían órdenes ni explicaciones", "fue un asunto espiritual, de compresión compartida, de consonancia y sincronización", "no hubo una agencia a cargo de toda la operación".[15] En palabras de Faurisson, la teoría de Hilberg, prescindiendo de pruebas de la supuesta conspiración nazi, nos adentra en los misterios de la "telepatía" y lo "paranormal", convirtiendo a la ciencia de la historia en un arte "cabalístico o religioso".[12]
De esta manera, la historia oficial de la Solución Final establece una serie de postulados aún más complicados que los que propone el revisionismo. El hecho mismo de afirmar que en la Solución Final las palabras "evacuación" o "emigración" significaban "asesinato", sin evidencia alguna que respalde esto, es invocar una teoría de conspiración.
Lo cual es confirmado nada menos que por el Tribunal Militar Internacional, cuando presenta su informe que titula "Nazi Conspiracy and Aggression". En dicho informe se acusa a los nazis de una conspiración para causar la Segunda Guerra Mundial y perpetrar crímenes contra la humanidad, incluyendo el exterminio en masa de aproximadamente 6 millones de judíos.
Según la versión oficial de posguerra, refutada por el revisionismo, era el supuesto plan de la Alemania de Hitler para llevar a cabo un genocidio sistemático de la población judía en Europa. Su puesta en práctica, conocida posteriormente como Holocausto o Shoah, habría supuesto la deportación sistemática y posterior exterminio de toda persona clasificada como étnicamente judía. Sin embargo los documentos en si mismos no hablan de ningún exterminio sino de migraciones forzadas y deportaciones. Es por ello que los historiadores oficiales suponen, sin aportar pruebas de ello, que cuando los nazis hablan de migraciones, se refieren eufemísticamente a exterminios y que todo esto era parte de un plan secreto. Así pues, la versión oficial se basa en una teoría de la conspiración, sin ningún documento oficial o material historiográfico fiable que la avale hasta día de hoy.
El término Solución Final fue adoptado por Adolf Eichmann, un funcionario alemán que había dirigido la planificación de un proyecto precedente del mismo carácter conocido como Plan Madagascar. Posteriormente supervisó en primera instancia la campaña de la Solución Final, a la que se denominaba, correctamente, como de reinstalación.
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Origen del término
El término "Solución final de la cuestión judía" no fue usado por primera vez por los alemanes sino por los propios judíos desde 1897 por la National Jewish Association - Cologne[1], e incluso los sionistas lo continuaron utilizando después de la Segunda Guerra Mundial. Theodor Herzl, el padre del sionismo, usó el término en una carta de 1899 dirigida al Zar.[2]
Es a la benignidad
de su Alteza Real el Gran Duque de Baden, que ha consentido en
convertirse en el patrocinador exaltado de mi humilde petición para una
audiencia con Su Majestad Imperial, que le debo el permiso para
presentar el plan sionista para la solución final del problema judío.
También el sionista Nahum Sokolow lo utilizó en su obra de 1919, Historia del Sionismo:
Theodor Herzl.[3]
El progreso de la civilización moderna ha venido a ser considerado como una suerte de moderno Mesías para la solución final del problema judío.
Nahum Sokolow, Historia del Sionismo, 1919.
Desarrollo
Hasta 1941, cuando se prohibió la emigración (aunque esta prohibición no fue de cumplimiento estricto), dos tercios de la población judía ya había emigrado, y los que quedaron en el país eran mayoritariamente de edad avanzada. También los judíos de Austria emigraron en gran medida después de la anexión, al igual que gran parte de los judíos de Checoslovaquia después de su desintegración en 1939.Luego del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, parecía poder concretarse el llamado Plan Madagascar[4], que preveía la creación de un Estado judío en la isla de Madagascar que era territorio en dominio de Francia y poco poblado en esos momentos. Pero Pétain no quiso ceder la isla y los británicos controlaban las rutas marítimas. Viendo la inviabilidad de este plan, se optó por el asentamiento de dicho Estado judío en el Este de Europa.
En 1941 comenzaron las deportaciones en masa de judíos hacia el Este. Miles de judíos fueron llevados a campos de trabajo o enviados a la URSS (para ello se instalaron campos en Polonia para permanencia temporaria). Las razones para llevar a cabo esta política fueron las siguientes:
- Los alemanes necesitaban urgentemente mano de obra para la guerra, ya que casi todos los hombres aptos para el servicio militar estaban en el frente.
- Los judíos, que lógicamente respaldaban a los aliados, eran considerados un factor de riesgo.
- La guerra le brindaba a los alemanes una buena oportunidad de lograr la Solución Final al problema judío.
Complementando la tarea que le fuera encomendada a usted por Decreto del 24.1.1939, para llegar en la cuestión de los judíos a una solución lo más favorable posible según las circunstancias actuales en forma de su emigración y evacuación,
le encargo por la presente tomar todas las medidas preliminares
necesarias de organización y de índole material para la solución
integral del problema judío dentro de la zona de influencia alemana en
Europa... Le encargo, además, presentarme a la brevedad un proyecto
integral referente a tales medidas para dar cumplimiento a la deseada
solución final del problema judío.
Martin Luther del Ministerio de Asuntos Exteriores, y uno de los participantes de la Conferencia de Wannsee, escribía en un memorándum el 21 de agosto de 1942:
Citado según Raul Hilberg, en Die Vernichtung der europäischen Juden (La aniquilación de los judíos europeos), Editorial Fischer, 1990, p.420
El principio de la política alemana referente al tema judío, después de la toma del poder, consistió en fomentar la emigración judía por todos los medios... La guerra actual le otorga a Alemania la posibilidad y también el deber de solucionar el problema judío en Europa... Sobre la base de la citada directiva del Führer se ha comenzado con la evacuación
de los judíos de Alemania. Resultaba apropiado incluir en estas
acciones a los ciudadanos judíos de los demás países que también habían
tomado medidas respecto de los judíos...
Sin embargo, de acuerdo a la versión oficial establecida al final de la Segunda Guerra Mundial y apoyada por la inmensa maquinaria de desinformación con respecto al Holocausto, los términos "evacuación", "desplazamiento", "emigración", "reinstalación", etc. eran palabras en clave para ocultar la masacre, aunque no se aportan pruebas de esto.
Documento de Núremberg NG-2586
Falsificación de la Historia
Investigadores revisionistas de todo el mundo sostienen con numerosas pruebas que la "Solución Final" no suponía el exterminio de los judíos, sino que era un plan que pretendía deportar a los judíos de Alemania y de los países aliados de Alemania y que a largo plazo suponía la posible creación de un Estado judío al Este de Europa. Los alemanes pretendían también aprovechar este traslado hacia el Este para ocupar a los prisioneros como mano de obra en la guerra.El vacío documental
A pesar de una incesante búsqueda a lo largo de décadas, nunca se ha hallado una orden de Hitler para el exterminio de los judíos.El historiador judío León Poliakov, lo reconoció desde 1951:
Los archivos del
Tercer Reich, como así también las aclaraciones y relatos de los jefes
nazis, nos permiten reconstruir en detalle el origen y el desarrollo de
los planes de agresión, de las campañas militares, además de toda la
gama de medidas por las cuales los nazis quisieron reformar el mundo a
su gusto. Únicamente la exterminación de los judíos queda en las
penumbras, tanto referente a su concepto básico, como en cuanto a muchos
otros puntos. Deducciones y razonamientos psicológicos, relatos de
tercera y cuarta mano, nos permiten, no obstante, reconstruir casi
exactamente el desarrollo de ese plan. Sin embargo, muchos detalles
quedarán para siempre desconocidos. En lo que respecta al plan para el
exterminio total, los tres o cuatro culpables principales han muerto. No
ha quedado ningún documento, hasta puede ser que nunca haya existido
alguno.[5]
Por su parte, en 1960, el Dr. Kubovy, del Centro de Documentación de Tel Aviv admitió la inexistencia de orden alguna dictada por Hitler.
León Poliakov, historiador judío
no existe ningún
documento firmado por Hitler, Himmler o Heydrich que hable de exterminar
a los judíos. La palabra exterminio no aparece en la carta de Goering a
Heydrich relativa a la solución final de la cuestión judía[6]
En 1968, Olga Wormser-Migot declaró lo siguiente:
Dr. Aryeh Leon Kubovy, Centro de Documentación de Tel Aviv
No existe en
absoluto orden escrita de exterminación por gas en Auschwitz, tampoco
existe orden de cesar en noviembre de 1944. Ni en el proceso de
Núremberg, ni en el transcurso de los procesos locales, ni en el proceso
de Höss en Cracovia, o de Eichmann en Israel, ni en los procesos de los
comandantes de campos, ni en los de noviembre de 1966 a agosto de 1975
en el proceso de Francfort se ha presentado la famosa orden firmada por
Himmler, del 22 de noviembre de 1944, poniendo fin al exterminio de los
judíos por el sistema del gas, la orden que pondría fin a la solución
final[7]
En 1981, el historiador Walter Laqueur escribió en uno de sus libros:
Olga Wormser-Migot, historiadora judía
Hasta la fecha no se
ha encontrado ninguna orden escrita de Hitler tendiente a destruir a la
comunidad judía europea, y, con toda seguridad, esta orden no fue dada
jamás.[8]
En 1992, el sociólogo judío Raymond Aron y el historiador francés François Furet declararon que a
pesar de las investigaciones de los más eruditos no se ha podido jamás
encontrar una orden de Hitler mandando exterminar a los judíos, después de participar en un coloquio en la Sorbone, que tenía como objetivo rebatir los argumentos del revisionismo.
Walter Laqueur, historiador judío
La versión oficial es una teoría de conspiración
Los detractores del revisionismo del Holocausto afirman, de manera simplista, que éste ha postulado que la cuestión sobre el Holocausto es sólo una conspiración tramada entre judíos, por lo que algunos, errónea o maliciosamente, han catalogado al revisionismo del Holocausto como una "teoría de conspiración antisemita". Ellos argumentan que el revisionismo habla de una conspiración que supuestamente habría coordinado miles de testimonios sobre las cámaras de exterminio.Postular una conspiración global de esta índole, sin evidencias que la respalden, es prácticamente insostenible dentro del análisis histórico, de acuerdo al principio de parsimonia o navaja de Ockham, misma que establece que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla es probablemente la correcta, o en otras palabras, que no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias.
Es por ello que, al estilo de la falacia del hombre de paja, los exterministas presentan esta tesis como parte de las afirmaciones revisionistas, lo cual es falso. Por eso creen que les resulta tan fácil "refutar" al revisionismo utilizando la navaja de Ockham, cuando no es aplicable porque están distorsionando la tesis.
La verdadera tesis revisionista afirma que la propaganda de guerra de las potencias aliadas terminó por integrar algunas afirmaciones difundidas entre la comunidad judía, en forma de rumores y denuncias escandalosas surgidas antes de terminada la guerra, y cuyo conjunto fue posteriormente aprovechado por sionistas en beneficio de sus propósitos.
De hecho, no hay muchos revisionistas que apoyen la existencia de una conspiración, y otros, como Robert Faurisson, simplemente la niegan:
Yo nunca dije que
hubo un complot o conspiración. Yo no creo en un complot o conspiración
porque para eso se necesita gente valiente y discreta. Y usted necesita
esas cualidades entre muchas personas, así que yo no creo en eso.
Algunos judíos inventaron la mentira de la cámara de gas y muchos años
después alguien pensó: "nosotros podríamos hacer dinero con eso"...
Incluso el sitio antirrevisionista, Nizkor,
admite que los revisionistas no mencionan ninguna conspiración, pero
persiste en intentar asociarles con ella, pese a no poder aportar
referencias que apoyen sus acusaciones.
Conferencia de Robert Faurisson[9]
Que nosotros
sepamos, no existe ni un solo documento revisionista, artículo,
discurso, panfleto, libro, cinta, cinta de vídeo o boletín que
proporcione detalles sobre esta supuesta conspiración judía o sionista que hizo todo el trabajo sucio. Ni uno... Y toda la negación del Holocausto se apoya en esta supuesta conspiración.[10]
La razón principal de esto es que no existe coordinación entre las
declaraciones de los testigos en infinidad de puntos, ni tampoco entre
las confesiones de los nazis torturados como Rudolf Höss; casi nada en esos testimonios es consistente, lo cual no es congruente con una "gran conspiración global". Aquellos puntos en común, como la cifra de "seis millones de judíos muertos" o las "cámaras de exterminio",
era información pública antes del fin de la guerra, en forma de rumores
o denuncias, de modo que cualquiera de los 3.573 torturados en la Jaula de Londres[11],
o por los soviéticos en Alemania o Polonia, podían incluir cualquiera
de estos elementos en sus confesiones o ser obligados a hacerlo, todo
ello sin necesidad de una conspiración.
En cambio, lo que supuestamente realizaron los nazis según la versión oficial de la Solución Final, es decir, el asesinato de millones de personas, sí que habría requerido una gran coordinación: dar órdenes, asignar un presupuesto, diseñar cámaras de gas y otros mecanismos de exterminio, asignar personal para construirlos y operarlos: ingenieros, técnicos, especialistas, etc. y además de esto, tener después la laboriosa tarea de ocultarlo todo mediante palabras en clave y con la presunta política de destruir documentos y pruebas físicas. En ese escenario, la conspiración es imprescidible. En este punto, el autor de La destrucción de los judíos europeos, el judío Raul Hilberg, enfrentó muchos problemas para explicar la organización y la intención de la Solución Final, y pronto acabó proponiendo teorías bizarras y extravagantes. De hecho, Hilberg acabó retractándose de sus extrañas teorías[12].
En 1961, Raul Hilberg llegó a escribir que Hitler dio dos órdenes de exterminio. Sin embargo, al declarar bajo juramento, como testigo experto de la acusación en el caso de Zündel en Canadá, no fue capaz de indicar dónde se encuentran esas órdenes. Según el profesor Faurisson, fue por ello que en la siguiente edición de su libro, Hilberg optó por quitar toda referencia a las supuestas órdenes. Como tampoco parece gustarle demasiado la teoría conspiratoria del tribunal de Núremberg, ahora para Hilberg, el exterminio de los judíos se llevó adelante sin orden de Hitler o de ningún otro, sino gracias a la aventura de incontables emprendedores dentro de la "burocrática maquinaria" nazi, los cuales, más que conspirar, tomaron parte de ello en virtud de un "mecanismo" (no definido y casi mágico), sin un "plan básico" .[13] Estos burócratas habrían creado "una atmósfera en la que el lenguaje escrito formal fue gradualmente abandonado como modus operandi"[14], siendo sustituído por un "básico entendimiento de funcionarios, resultando en decisiones que no requerían órdenes ni explicaciones", "fue un asunto espiritual, de compresión compartida, de consonancia y sincronización", "no hubo una agencia a cargo de toda la operación".[15] En palabras de Faurisson, la teoría de Hilberg, prescindiendo de pruebas de la supuesta conspiración nazi, nos adentra en los misterios de la "telepatía" y lo "paranormal", convirtiendo a la ciencia de la historia en un arte "cabalístico o religioso".[12]
De esta manera, la historia oficial de la Solución Final establece una serie de postulados aún más complicados que los que propone el revisionismo. El hecho mismo de afirmar que en la Solución Final las palabras "evacuación" o "emigración" significaban "asesinato", sin evidencia alguna que respalde esto, es invocar una teoría de conspiración.
Lo cual es confirmado nada menos que por el Tribunal Militar Internacional, cuando presenta su informe que titula "Nazi Conspiracy and Aggression". En dicho informe se acusa a los nazis de una conspiración para causar la Segunda Guerra Mundial y perpetrar crímenes contra la humanidad, incluyendo el exterminio en masa de aproximadamente 6 millones de judíos.
El programa contra
los judíos incluyó confiscaciones, estigmatización... deportación,
trabajos forzados, hambre, asesinato y exterminio en masa. Hasta qué
punto tuvieron éxito los conspiradores en su propósito, sólo
puede ser estimado, pero la aniquilación fue substancialmente completa
en muchas localidades de Europa... Se considera una estimación
consevadora el afirmar que 5.700.000 judíos desaparecieron, muchos de ellos deliberadamente asesinados por los conspiradores nazis.[16]
Además, cuando los historiadores exterministas
afirman que palabras como "evacuación" o "emigración" significaban
"asesinato" (porque, según ellos, los alemanes querían ocultar, a toda
costa, este crimen ante el mundo), tropiezan con una contradicción
demasiado evidente, ya que también según ellos, los nazis ya antes
habrían pregonado con numerosos discursos, ante el mundo entero y sin ninguna clase de secretos ni ocultamientos, sus claras intenciones de genocidio.
Tribunal Militar Internacional, Núremberg
Referencias
- ↑ Germany, Turkey, and Zionism 1897-1918
- ↑ The Zionist Plan For The Final Solution Of The Jewish Question
- ↑ The complete diaries of Theodor Herzl: Volume 3
- ↑ Brechtken, Magnus (1997), Madagaskar für die Juden. Antisemitische Idee und politische Praxis 1885-1945, Munich: Oldenbourg. ISBN 3-486-56240-1
- ↑ León Poliakov, Bréviaire de la haine (Edición completa, edición de bolsillo de 1986, p. 124)
- ↑ Lucy Dawidowicz. The War against the jews, 1975. p.121.
- ↑ Olga Wormser-Migot. Le Système concentrationnaire nazi. P. U. F. 1968, p. 544 y p. 13
- ↑ Walter Laqueur, The terrible secret, Francfort de Main, Berlín, Viena 1981, p. 190.
- ↑ Conferencia de Robert Faurisson (video, minuto 3:43)
- ↑ 66 preguntas y respuestas sobre el Holocausto: Nizkor responde a la pregunta 1
- ↑ The secrets of the London Cage
- ↑ 12,0 12,1 The secular religion of "the Holocaust"
- ↑ Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, 1985, Pg 53
- ↑ Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, 1985, Pg 54
- ↑ Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, 1985, Pg 55
- ↑ International Military Tribunal, Nüremberg: Nazi Conspiracy and Aggression, Cap IV,D,3(d)
Fuentes
- Richard Harwood, Did six million really die?
- Paul Rassinier, Le Mensonge d’Ulysse (La mentira de Ulises)
- Jürgen Graf, Der Holocaust Auf Dem Prüfstand, Editorial Revisión, 1997, Buenos Aires, Argentina, ISBN 9509923423.
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- Conferencia de Wannsee
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- Revisionismo del Holocausto
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- Carta al Papa
- Conferencia Internacional de Teherán
- David Duke
- Diario de Ana Frank
- Lobby israelí en Estados Unidos
- Ernst Zündel
- Informe Leuchter
- La falsificación de la historia
- La industria del Holocausto
- Las victorias del revisionismo
- Los verdaderos Holocaustos
- Manfred Roeder
- Conferencia de Evian
Enlaces externos
Categorías: Metapedia:Artículos destacados | Holocausto | Tercer Reich | Segunda Guerra Mundial | Revisionismo del Holocausto
Fuente: Metapedia.
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Y he aquí, el Plan Madagascar:
Plan Madagascar
El Plan Madagascar[1] fue un proyecto ideado por algunos de los líderes del Tercer Reich para deportar a los judíos de Europa a la isla de Madagascar
con el fin de establecer un hogar nacional judío. Para ello se
constituyeron comisiones para estudiar el plan, y durante varios años
estuvo al frente de las políticas raciales del régimen de Adolf Hitler, hasta que finalmente se decidió seguir el plan de deportación hacia el Este de Europa, conocido como la Solución Final al problema judío.
El plan preveía la cesión de la soberanía sobre Madagascar a los alemanes, y la reubicación y compensación de los 25.000 ciudadanos franceses a la sazón residentes en ella. Los judíos residentes en los países ocupados serían trasladados forzosamente allí, y los gastos de transporte y asentamiento serían cubiertos con los bienes que hubiesen adquirido en sus países de origen, sobre todo por considerar los agravios cometidos contra Europa y la nación alemana. En la isla se dedicarían exclusivamente a la agricultura. La colonia estaría autogobernada por los residentes, sería independiente y soberana, pero supervisada por un gobierno militar alemán. La detallada planificación estuvo dirigida por Adolf Eichmann.
No obstante, Pétain no quiso ceder la isla, además de que los británicos controlaban las rutas marítimas, por lo que la implementación del plan Madagascar se volvió inviable y fue suspendida. Se comenzó entonces a trabajar en la organización de la deportación de los judíos a los territorios conquistados en el este de Europa, trabajo que culminó al celebrarse la conferencia de Wannsee.
Contenido[ocultar] |
Desarrollo
La organización de las SS comenzó a trabajar en este plan en junio de 1940; Franz Rademacher estuvo a cargo del mismo, y formuló sus conclusiones en La Cuestión Judía en el Tratado de Paz, editado al mes siguiente. Sus ideas se basaban en que no sólo el régimen alemán, sino todos los países europeos estarían dispuestos a deportar a sus ciudadanos judíos; la isla de Madagascar, por entonces colonia de Francia, sería cedida a Alemania como mandataria que se encargaría de la organización de las deportaciones y del posterior gobierno de la isla.El plan preveía la cesión de la soberanía sobre Madagascar a los alemanes, y la reubicación y compensación de los 25.000 ciudadanos franceses a la sazón residentes en ella. Los judíos residentes en los países ocupados serían trasladados forzosamente allí, y los gastos de transporte y asentamiento serían cubiertos con los bienes que hubiesen adquirido en sus países de origen, sobre todo por considerar los agravios cometidos contra Europa y la nación alemana. En la isla se dedicarían exclusivamente a la agricultura. La colonia estaría autogobernada por los residentes, sería independiente y soberana, pero supervisada por un gobierno militar alemán. La detallada planificación estuvo dirigida por Adolf Eichmann.
No obstante, Pétain no quiso ceder la isla, además de que los británicos controlaban las rutas marítimas, por lo que la implementación del plan Madagascar se volvió inviable y fue suspendida. Se comenzó entonces a trabajar en la organización de la deportación de los judíos a los territorios conquistados en el este de Europa, trabajo que culminó al celebrarse la conferencia de Wannsee.
Referencias
- ↑ Brechtken, Magnus (1997), Madagaskar für die Juden. Antisemitische Idee und politische Praxis 1885-1945, Munich: Oldenbourg. ISBN 3-486-56240-1
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Enlaces externos
Fuente: Metapedia.
ASÍ QUE EN CONCLUSIÓN, DE NADA LE SIRVEN A LOS JUDÍOS Y PRO-JUDÍOS PROTESTANTES, FALSIFICADORES DE LA HISTORIA, CUANDO EN REALIDAD, LOS NACIONALSOCIALISTAS SÓLO PACTARON BREVEMENTE CON LOS SIONISTAS, CON TAL DE LIBRARSE DE LA PESTE JUDÍA DE ALEMANIA Y EUROPA, PERO COMO PUEDE VERSE EL OBJETIVO FINAL, LA SOLUCIÓN FINAL, ERA MANDARLOS A MADAGASCAR Y NO A PALESTINA.
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